sábado, junio 23

Laura (Capítulo 14)

Y aquel fue uno de los mejores días de mi vida. Cuando Mark y yo dejamos a Sara en casa y salimos a la calle me hizo subirme al coche.
- ¿A dónde vamos?
- No te lo voy a decir bonita, el día de hoy va a estar lleno de sorpresas. - Me encantaban las sorpresas, siempre me han encantado. El coche empezó a alegarse de la ciudad, estuvimos unos cuarenta y cinco minutos de viaje, con las canciones de One Direction, cantando, riendo... le miraba conducir, no sé si sería posible pero cada día le veía más guapo... su sonrisa era perfecta y no podía evitar sentirme bien cuando le veía sonreír.
- Ya estamos llegando, mira... - Me señaló una casita en lo alto de la colina, era como una cabaña pequeña pero bonita, con un precioso porche. 
- ¿Qué es?
- Bueno... mis padres odian vivir en la ciudad, no les gusta nada el estrés y se compran cabañitas y casitas en el monte y en los pueblos pequeños para pasar los fines de semana y las vacaciones... y esa ahora está libre.
- Osea, que eres un chico con dinero, ¿no?
- No, mis padres tienen bastante dinero... pero no soy un niño mimado, me busco mi vida.. pero les pedí las llaves de esta para pasar un día y no les pareció mal.
- Es preciosa... - Cuando bajamos del coche me dio de la mano y me llevo hasta la puerta de la cabaña, abrió la puerta y estaba llena de velas y pétalos de rosas y bastantes más flores, la mesa estaba puesta y había comida preparada, de pronto me sentí en una película, de esas románticas... y desee que esa película tuviera un final feliz. Me tiré a sus brazos, le abrecé lo más fuerte que pude y le dí un beso en los labios. 
- ¿Tienes hambre? - Miré el reloj y vi que ya era hora de comer, asentí y nos sentamos en la mesa. Todo estaba riquísimo.
- ¿Lo has preparado tú todo?
- Claro... me gusta mucho cocinar... - Le miré a los ojos, sonreí.
- ¿Hay algo que no hagas genial? - Se echó a reír.
- Hago muchas cosas mal eh... no soy perfecto.
- Pues a mi me lo pareces... - Se volvió a reír, se levantó y se acercó a mi. Me dio de la mano para levantarme de la silla y me dio un beso dulce.
- Te quiero Laura.
- Y yo Mark, en muy pocos días, pero te quiero.
Después de comer me llevó a la parte de atrás de la cabaña, desde allí se veía el mar y la montaña, tenían un jardín con un pequeño jacuzzi, era un paraíso... adoraba aquel sitio. 
- Esto es genial eh... 
- Para ti todo es genial, perfecto, o bonito...
- Todo lo que tenga que ver contigo, con este viaje sí... porque es mi sueño... - Me volvió a besar, dulcemente. 
- ¿Un bañito? - Señaló el jacuzzi con la mirada. 
- No tengo bañador... 
- No hay problema, he comprado uno... 
- Has estado en todo eh... 
- Por supuesto, hoy tiene que ser un día... perfecto.
- ¿Como tú? - Nos reímos y después entró en la cabaña y salió con un bañador para él y un bikini marrón de lunares de colores para mi. 
- Es muy bonito.
- ¿Cómo tú? - Nos volvimos a echar a reír y desupués le pregunté donde podría ponerme el bikini y me señaló una habitación al fondo. Entré y vi que era un baño pequeño pero bastante bien, me puse el bikini y dejé mi ropa sobre el sofá al salir. Cuando fue hacia el jacuzzi vi a Mark con el mismo bañador que la vez que fuimos a la playa, recordé aquel día y sonreí. Le miré sonriendo, estaba guapísimo... me acerqué a él y le besé. Después entramos al jacuzzi y disfrutamos de un baño entre risas, abrazos y besos. Nos pasamos casi dos horas ahí, vimos anochecer desde el jacuzzi, mirando al mar y a las montás. Cuando fue llegando la hora de cenar salimos y nos secamos. Nos vestimos y me dijo que me montase en coche, que íbamos a otro sitio. Otra sorpresa más.
Estuvimos en el coche otros 45 minutos hasta que llegamos al London Eye.
- Sé que es lo primero que os enseñé, pero de noche es mucho más bonito, encima cenar aquí es genial. - Nos sentamos en la terraza de un restaurante cercano y me invitó a cenar, bajo las luces de la magnífica ciudad de Londres, del London Eye y de todos aquellos maravillosos edificios. Y ahí estuvimos disfrutando de la cena, de las vistas y el uno del otro. Mi corazón y las mariposas de mis tripas eran imposibles de controlar, fueron imposibles de controlar durante todo el día... miento, fueron imposibles de controlar durante todo el tiempo que pasamos en Londres, que pasé con él, y que pasamos con los chicos. 
Después de cenar, cuando ya se estaba haciendo tarde decidí llamar a Sara para ver dónde andaba y que había estado durante todo el día, cuando me contestó supe por el tono de su voz que estaba con Harry, se le notaba ilusionada, emocionada y feliz. Decidimos juntarnos más tarde para tomar algo juntos en un bar, pero hasta entonces Mark y yo decidimos ir a dar un paseo, un bonito paseo por la noche de Londres, con la Luna llena en lo alto del cielo y toda aquella gente y todos aquellos sitios, era extremadamente genial, y sobre todo tener a Mark a mi lado, de la mano, abrazándome, besándome...

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