sábado, diciembre 15

Laura (Capítulo 30)


A la mañana siguiente nos despertamos algo tarde, casi a la hora de comer, así que comimos unos macarrones riquísimos que preparamos juntas entre risas y después dicidimos hacer un poco de limpieza. Pusimos música, no creo que haga falta decir que música y empezamos a limpiar cantando y bailando. Nos reímos un montón durante la tarde, haciendo el tonto. Después de dejar la casa como los chorros del oro decidimos preparar la cena porque esa misma noche tendríamos una cenita romántica con nuestros novios, preparamos tortilla para que los chicos supieran lo bien que se come en nuestro país, también hicimos una especie de canapés como los que hace mi madre en navidad y mientras yo ponía la mesa Sara se metió en la ducha.
- ¡Venga! Dúchate rápido y después voy yo, que todavía tenemos que decidir que ponernos. - le dije mientras colocaba toda la comida que habíamos preparado en la mesa.
- Sí, quedan menos de dos horas para que vengan los chicos así que hay que darse prisa. - Me dijo mientras corría hacia el baño, no tardó mucho en ducharse y después mientras Sara se sacaba sus rizos mojados yo me metí en la ducha. Cuando salí de la ducha me encontré a Sara en albornoz y con la cama llena de nuestra ropa. Se había hecho un peinado que le quedaba genial, una trenza preciosa a un lado.
- Bonito peinado. - le dije sonriente mientras me secaba yo el pelo.
- Gracias, ¿y tú que te vas a hacer? - me dijo mirando mi pelo todavía mojado. Encojí los hombros porque no lo había pensado. - ¿Liso o rizado? - le pregunté. Ella sonrió y me dijo que me quedaría bien hacerme unos tirabuzones, asentí y me terminé de secar el pelo. Después decidimos las dos la ropa que nos íbamos a poner. Cuando quedaba media hora para que vinieran los chicos ya estábamos las dos vestidas, peinadas y un poco de maquillaje porque nunca nos ha gustado maquillarnos demasiado. Sara estaba preciosa con un vestido azul celeste que solo tenía un tirante y dejaba un hombro totalmente al descubierto, le hacía unas piernas perfectas y su trenza y el collar que se puso le daban un toque muy elegante, se puso unas sandalias de tacón negras que también le quedaban muy bien. Yo me hice los tirabuzones que me recomendó Sara y la verdad es que me quedó un peinado muy bonito, me puse uno de mis vestidos preferidos, era marrón clarito de palabra de honor con unas florecitas más oscuras muy pequeñas y unos zapatos de tacón que me había regalado mi madre por mi cumpleaños también marrones. Nos colocamos delante del espejo.
- Madre mía, para no salir de casa estamos muy guapas eh. - le dije a Sara riéndo.
- Es verdad... luego podríamos salir a dar un paseo, con lo guapas que nos hemos puesto... - me contestó sonriente. Justo en ese momento sonó el timbre. - ¡Son ellos! - grito Sara emocionada, mi corazón se aceleró y sé que el de Sara también. Estabamos muy contentas. Las dos nos acercamos a la puerta y al abrirla nos encontramos a Harry y Zayn, los dos iban en traje. Imaginaros a Zayn y Harry delante de la puerta de vuestra casa vestido con traje y corbata... ¡dios mío!
- Oh dios mío chicas, estáis preciosas... - dijo Harry agarrando a Sara de la cintura y dándole un beso en los labios.
- Sí, estoy completamente de acuerdo con eso Harry. - dijo Zayn, se acercó a mi y me besó también. Sara y yo sonreímos y les invitamos a pasar.
- Aquí huele genial. - comentó Zayn al entrar.
- Esperemos que os guste la cena que hemos preparado eh. - dijo Sara. Nos sentamos los cuatro a la mesa, yo al lado de Zayn y en frente Sara al lado de Harry. Aquello era perfecto. Cenamos entre risas mientras charlabamos de todo un poco, nos contábamos cosas de nuestra vida, cosas que nunca imaginé que le contaría a Zayn, aunque bueno... tampoco imaginé nunca que él llegaría a ser mi novio. Sara y yo les confesamos que leíamos todos los artículos que salían sobre ellos en cualquier revista o cualquier página web.
- A lo mejor un día, vosotras también salís en esas revistas. - Dijo Harry divertido dándole un beso a Sara en la mejilla. Sonreí, no había pensado en eso nunca. Ahora era la novia de un famoso, de Zayn Malik. Sentí algo extraño, una mezcla entre emoción, miedo y una felicidad increíble. Cuando terminamos de cenar me levanté para ir a por la tarta que habíamos comprado Sara y yo en la pastelería que había debajo de nuestro apartamento, tenía una pinta increíble y aunque ya estabamos bastante llenos queríamos probar un cachito. Zayn me ayudó a repartir la tarta en trocitos, uno para cada uno. Harry fue el primero en probarla:
- Esto está delicioso eh, menuda cenita que nos habéis preparado chicas.. habrá que recompensaros. - Dijo riéndo. Sara le lanzó una mirada que no sabría describir, yo me reí y Zayn me miró sonriente también.
- Ya nos habéis recompensando, nos vale con que estéis aquí... - dije casi en voz baja, Zayn se acercó a mi y me besó en los labios, su boca sabía a chocolate, igual que la mía.
- Bueno, ¿y ahora qué vamos a hacer? - preguntó Sara.
- Lo que queráis... - dijo Harry mirándo a Sara a los ojos. Ella sonrió. Pero justo en ese momento sonó su teléfono.
- Uy, que raro que llamen a estas horas... ¿no? - dije mientras Sara se levantaba a buscarlo.
- Ya... es mi padre, ¿que querrá a estas horas?
- Pues como les apetezca hacer otra videollamada van a encontrarnos de cenita romántica... - dije riéndo, todos se ríeron y Sara contestó al teléfono.
- ¡Hola papi! - dijo, feliz. Pero de pronto supe que las cosas no iban bien, la cara de Sara cambió completamente, su sonrisa se apagó, se apagó de una forma que me asustó. Vi una lágrima asomando en sus ojos, y no fuí la única que la vió porque cuando yo me levanté de golpe de la silla temiendo lo peor Zayn me agarró fuerte la mano y Harry se acercó a Sara. Algo iba mal... estaba claro.

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