martes, mayo 29

Sara (Capítulo 1).

Por fin había llegado el momento que tanto llevaba esperando, esta tarde llegaría Laura, mi mejor amiga, a pesar de los miles de kilómetros que nos separaban durante casi todo el año. Tenía muchísimas ganas de verla y de darle lo primero de todo un abrazo enorme, por todos esos momentos pegadas al teléfono o viéndonos a través del ordenador, ya que era la única manera de que pudiésemos comunicarnos, pero a partir de esta tarde todo cambiaría, Laura se quedaba todo el verano en el pueblo y teníamos todo el tiempo del mundo para estar juntas, una sensación dentro de mi me decía que este verano sería inolvidable. 
La mañana se me pasó volando y como todas las mañanas de mis veranos me la había pasado casi entera durmiendo y el resto de la mañana la pasé recogiendo y comiendo. Estaba nerviosa, Laura no llegaría hasta las seis y no sabía como matar el tiempo, así que me puse a hablar con mi abuela. La conversación era algo aburrida y de vez en cuando miraba por la ventana para distraerme pero enseguida volvía a escuchar a mi abuela. En el fondo mi abuela agradecía que pasase algún tiempo con ella ya que las que bajábamos al pueblo éramos ella y yo y ella lo hacía por mí y también por Laura. Tenía, sin duda, la mejor abuela del mundo.
Miré el reloj, eran las seis menos cinco, sabía que el bus que en el que llegaba Laura se retrasaría, pero decidí salir ya de casa por el bien de mis uñas, si, me las mordía. Me despedí de mi abuela, cogí las llaves y caminé hasta la plaza del pueblo, para mi sorpresa el bus ya había llegado. Buscaba a Laura con la mirada, pero no la veía por ningún lado, cuando una chica morena apareció entre la multitud con una maleta casi tan grande como ella, subió la cabeza y nos miramos. Una alegría inmensa me recorría todo el cuerpo y salí corriendo a abrazarla. Ella soltó la maleta e hizo lo mismo que yo, cuando nos encontramos nos fundimos en un abrazo que contenía millones de sentimientos juntos.
- Oh Laura, como necesitaba tus abrazos- dije muy emocionada 
- Yo también Sara- Laura estaba guapísima, bueno siempre lo había sido, pero el verano le sentaba de maravilla, hacía que se le iluminase sus ojos marrones, su pelo brillase y su sonrisa parecía aun mas bonita de lo que era.
- Estas preciosa Laura- ella sonrió tímidamente 
- Gracias, tu también 
- Vamos a casa, mi abuela nos esta esperando 
- Claro, tengo ganas de verla
Caminamos hasta mi casa, mientras hablábamos de que tal había ido el viaje, el trayecto de la plaza a mi casa no era muy largo con lo que llegamos enseguida
- Abuela ya estamos en casa- dije elevando un poco la voz. Mi abuela vino del salón y le dio un abrazo y un beso a Laura.
- Estas guapísima Laura y has crecido 
- Gracias Julia 
- O por dios, puedes llamarme abuela, se me hace raro oír mi nombre- mi abuela y sus tonterías, pero ella era así, los abuelos prefiere que los llamen por cualquier nombre menos abuelos, porque les hace sentirse mayores, en cambio mi abuela al revés, no ocultaba su edad y la decía orgullosa y le encantaba que la llamasen abuela.
- Bueno abu, subimos a deshacer la maleta de Laura, ahora bajamos
- Esperar un segundo, tengo una cosa para vosotras- se metió en su habitación y empezó a rebuscar. Laura y yo nos miramos y dirigimos la vista hacía la puerta de la habitación de mi abuela. Por fin salió con las manos escondidas tras la espalda
- Esto es para vosotras- nos estregó dos sobres, uno a cada una- sé que vuestro sueño es pasar un verano juntas en Londres y bueno un día pensado me di cuenta de que yo tengo el espíritu viajero y el dinero para realizar mis viajes pero lo que no tengo es edad
- ¿pero que dices abuela?
- Déjame terminar, yo ya no soy lo que era , pero eso no me apena, porque si yo no puedo viajar lo haréis vosotras, en esos sobres que tenéis de la mano hay un billete de bus para cada una con destino a Madrid y hay otro billete de avión con destino a Londres, dentro también hay unas llaves de una apartamento que he alquilado para vosotras y anotado en un papel la dirección y el numero del piso, dentro esta todo- no podía creer lo que estaba oyendo, mi abuela era sin duda alguna la mejor abuela del mundo
- Ah y vuestro vuelo sale mañana asique mas os vale hacer tu maleta Sara y no deshacer la de Laura- sin pensármelo dos veces la abracé mientras que por mi cara se deslizaban unas lágrimas de felicidad. Laura también se unió al abrazo, al parecer también lloraba. Que sensibles éramos.
- Anda no lloréis
- Gracias abuela, muchas gracias- dijo Laura emocionada
- Te quiero abuela
- Menudas estáis echas las dos, yo también os quiero ahora subir a prepararlo todo yo mientras iré a dar un paseo a los perros
Mi abuela salió de casa, empecé a oír ladrar a los perros y cuando dejé de oírlos supuse que ya se habían marchado
- No me lo puedo de creer
- Ni yo Laura, esto es un sueño
- ¿sabes lo que esto significa no?- me quedé pensado un rato hasta que me di cuenta de a que se refería 
- Claro que si, dios mio, vamos a ir a la ciudad de nuestros chicos 
- Si, si, si- comenzamos a saltar de alegría, cuando se nos pasó un poco la euforia subimos a hacer mi maleta.
Acabamos y decidimos darnos un baño en la piscina, jugamos un rato en el agua como niñas pequeñas, riéndonos y salpicándonos, cuando mi móvil empezó a vibrar. Salí del agua corriendo y lo cogí
(Conversación telefónica)
- ¿si?
- Sara, soy Miri ¿ya a llegado Laura?
- Si, estamos dándonos un baño en la piscina, pásate si quieres 
- Es que estamos todos los de la peña
- Bueno pues veniros todos ¿Qué hora es? 
- Las ocho
- Pues veniros y os invito a cenar y así Laura y yo os contamos
- Vale, pues vamos todos a por el bañador y en 15 minutos estamos en tu casa. Un beso 
- Prefecto. Otro para ti
(Fin de la conversación telefónica)
- ¿Quién era?- preguntó Laura 
- Todos estos, que viene para acá ahora, que les e invitado a cenar
- Ah, perfecto.
Llegaron todos nuestros amigos, estaban todos, es lo bueno del verano, nos reuníamos siempre todos. Cuando llegó mi abuela le dije que les había invitado a cenar y no le importó, preparó ella la cena y cenamos. Laura y yo dimos la noticia y todos se alegraron mucho por nosotras. A las doce se fueron todos ya que teníamos que madrugar al día siguiente, nos despedimos de todos y Laura y yo nos dormimos felices pensado en Londres.

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